Actores y escenarios de un año duro en la lechería argentina

Como ya es práctica desde 2012, cada dos años el INTA realiza la Encuesta Sectorial Lechera (ESL) que nos permite radiografiar la producción en la región central de nuestro país, que comprende 10 cuencas delimitadas distribuidas en cuatro provincias. El primer dato es que se redujo la cantidad de establecimientos en casi 335 tambos (pasaron de 10.411 a 10.076). Un dato que no entrega la ESL es la capacidad de resiliencia del sector ante un ciclo de difícil contexto para mantenerse en la actividad.

Para realizar este trabajo el Inta selecciona una muestra representativa del conjunto (unos 200 establecimientos) a los que visita y realiza entrevistas a dueños y/o encargados de la exploración. Esta muestra se construye a partir de una distribución conocida (por cuenca y tamaño) y allí  reside la representatividad del conjunto.

En estadística una de las principales tareas reside en la construcción de una muestra que integre las diversidades de locaciones de los tambos y los volúmenes de producción de los casi 200 establecimientos relevados.

La sequía y su impacto en costos y rendimiento

Como era de inferir, para el 84,5% de los encuestados la sequía tuvo un impacto muy importante en la gestión de los establecimientos con la consiguiente influencia en los costos de la alimentación, sanidad y estrés. Esto es un dato que da cuenta de las decisiones que debieron tomarse para proveerse de alimento desde tranqueras afuera y deshacerse de buena parte del rodeo.

En el período evaluado en la encuesta el precio del litro de leche medido en dólares fue de 0,366 el registro mínimo y de 0,402 el máximo, siempre en relación al dólar oficial, que se mantuvo durante un buen tiempo con registros “pisados” por debajo de la inflación. Mientras que el maíz, el suministro más emblemático en los costos de alimentación mostró registros que fluctuaron entre 1,48 y 2,10 kilos de insumo por litro de leche.

Otro registro que da cuenta del desafiante escenario que recorrieron las explotaciones tamberas en este período tuvo que ver con la producción promedio por individuo, y allí también se observa la menor capacidad de resistir el período crítico que tuvieron los tambos de menor porte: la producción de litros/vaca tuvo un piso de 4.195 litros por ejemplar en el año, y máximos en torno a los 7.563 litros promedio por vaca/año.

Superficies
Un dato importante es conocer en qué cantidad de hectáreas se sostiene la actividad tambera. Aquí están los más guapos: el 26% de los tambos se lleva adelante con ¡100 has o menos! Y la mayoría de las explotaciones lecheras (un 39%) se lleva a cabo en una superficie que va de 100 a 200 has. El 21% de los encuestados produce leche en campos de 200 a 300 has. Y de allí en más las proporciones se reducen: entre 300 y 400has un 7%; entre 400 y 500 un 4%; entre 500 y 600 un 2% y solo un 1% son tambos de 600 has o más.

El promedio de superficies destinadas al tambo es de 129 has; con un 41% en menos de un centenar y un 39% entre 100 y 200.

En el siguiente cuadro se explicitan los escenarios más desafiantes de la producción lechera: quienes para producir deben alquilar toda o una buena parte de la superficie que trabajan.

Por supuesto, en los asientos contables debe apuntarse que quienes producen en superficies propias deban asentar lo propio puesto a producir como costo de oportunidad pero producir en lotes alquilados es el desafío extremo de la lechería argentina.

Como datos que corporizan esta ecuación productiva, en la ESL se detalla:

-Es de 9594 U$D/ha Valor de la tierra declarado.

-El 36 % de los casos el contrato de alquiler sólo en litros de leche (24% de los casos con contrato de alquiler valor soja; el resto valor carne, carne-soja y leche-soja)

-El 95 litros de leche/ha/mes es el valor promedio del arrendamiento (bajo todas las modalidades de contrato)

-Es de un 4,8 % el costo de oportunidad de la tierra.

La lechería nacional enfrenta desafíos asociados al avance tecnológico, las exigencias relacionadas al ambiente y al bienestar animal, las condiciones de trabajo, una elevada volatilidad de precios (de insumos y leche). Por ello es imprescindible aplicar conceptos, políticas y estrategias adaptadas a esta complejidad para promover su sustentabilidad integrada.

Por Osvaldo Iachetta / Redacción TodoLechería

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