El especialista se refirió a consideraciones necesarias a la hora de maximizar el bienestar animal en tambos robotizados, una tendencia creciente en materia tecnológica dentro de las explotaciones lecheras. Lo hizo en el marco de la 8va Jornada de “La vaca alrededor de la ubre” que organizó Aprocal.
En primer término, para abordar su charla, hizo referencia al estado físico y mental de las condiciones en que un animal vive y muere. Describió que dentro de un enfoque científico se integran el aspecto biológico (nutrición, salud y confort, entre otros); el estado afectivo (dolor, miedo y estrés) y el comportamiento de la vaca, según se encuentre en ordeño, en transición u otras situaciones; y seguidamente planteó cómo evaluar estas condiciones, apelando a algunas proposiciones clásicas.
Es así que se refirió al Welfare Quality, como el proyecto que permitió evaluar de una forma objetiva el bienestar animal en granjas ingresando a este milenio, donde se pudieron mensurar diversos indicadores (hambre, sed, descanso, confort, ausencias de enfermedades y lesiones y comportamientos adecuados a la situación que transita el animal); para ya hoy poder hablar de aspectos más distintivos, como la salud mental del animal.
“Quien trabaje en un tambo robotizado debe conocer profundamente sobre comportamiento animal, que ahora será de menos contacto pero mucho más perceptivo, puesto que los animales se tornan más curiosos”, señaló Bombal, y adelantó que trabaja en el diseño de estrategias de manejo en tambos robotizados que combinan aspectos cedidos a la voluntad del animal y otros que son acciones guiadas desde afuera.
Las investigaciones sobre este tema comienzan a converger y de ese modo promueven aportes sobre los modos en que conduce un animal en un tambo con alta tecnología.
Los flujos de la vaca
El investigador trasandino aporta que son cuatro los modos que asumen los animales en un tambo robotizado, y los agrupa en lo que denomina “flujos”. Así, los separa en un “Flujo libre”, que es voluntario, donde la vaca se mueve por impulso y no hay puerta selectora. Es el robot quien decide qué cosas se realiza, y tiene el inconveniente en que la jerarquía entre los animales son ruidos en el flujo de vacas.
Otro es el denominado “Flujo guiado ordeño 1ro”, que tiene dos variantes, ordeño o alimento en primer y segundo lugar, o viceversa. Una puerta selectora decide hacia donde fluirá el animal, del descanso al ordeño, o al alimento, luego de un momento en el patio de espera.
Está también el “Flujo guiado alimento 1ro”, que se produce cuando el animal se pasa de la zona de alimentación a través de una puerta selectora al ordeño o a la cama.
Y finalmente describe el “Flujo híbrido”, que es una combinación entre flujo libre y guiado, que consiste en agregar un pasillo a través de la cual las vacas van al comedero o a las camas pero coexiste con un corral de espera antes de ir al ordeño.
Destaca que en los sistemas de pastoreo los flujos los dosifica una puerta selectora que admite el paso de una zona de pastoreo a otra, integrando al robot en el flujo. “Lo voluntario en un flujo implica que la vaca decide cuando ingresar a cada sector sin guía de ningún tipo”, aclara.
“Los tambos robóticos deberían tener mucho menos estrés debido al movimiento sin grupos ni apiñamiento. Las vacas tienen más tiempo para comer y descansar y eligen cuando ser ordeñadas”, subraya Bombal, e indica que el manejo individual de cada vaca y la utilización de sensores y registros ayudan a mejorar los aspectos sanitarios y el confort, elementos centrales del bienestar animal, “siempre y cuando estén bien diseñados”, aclara.
Los protocolos de bienestar animal
En todas las lecherías del mundo crecen la escala y la concentración de animales. “Desde hace algún tiempo comienza a acopiarse información sobre bienestar animal en tambos robotizados y con ello se advierte la importancia de los manejos, el diseño de estrategias y el asiento de información de tal modo que ayuden a mejorar el bienestar en las granjas”, describe el investigador.
El protocolo de mayor aceptación es el denominado Welfare Quality, que compone varios planos:
– Una evaluación de manejos y entorno (evaluación indirecta).
a) Se realiza a través de entrevistas y encuesta a los profesionales que trabajan sobre esta temática en las granjas.
b) Se realiza un registro sobre los recursos del predio productivo.
– Una evaluación basada en el animal (evaluación directa)
a) Medición de la relación humano-animal.
b) Cuantificación de la conducta social (por segmentos)
c) Confort al descanso: ubicación del animal en el cubículo, tiempo para tumbarse y colisión con la estructura
d) Evaluación clínica (condición corporal, suciedad, alteraciones de tegumentos, enfermedades y cojeras)
Señala además que otra de las evaluaciones que se realizan tiene que ver con el comportamiento en los corrales de espera. “Las observaciones se realizan en la espera antes del ingreso a ordeño, dividiendo el espacio en tres momentos: Entrada, Pre-espera y Posicionamiento al robot” y allí se utilizan dos métodos: la observación visual directa, que hace referencia al muestreo de barridos en bloques; y las observación de videocámaras, donde se analizan videos mediante un muestreo de escaneo o muestreo de escaneo instantáneo de un minuto por hora.
Planificación del establo robótico
Por último, a la hora de planificar un sistema de ordeñe de este tipo, Bombal especificó también algunos parámetros necesarios a considerar, como la elección de la ubicación de la estación de ordeño: el diseño de pasillos; evaluar la necesidad del corral de espera o de búsqueda; puertas unidireccionales o antirretorno, puertas inteligentes selectoras, áreas o corrales de separación y tener en cuenta lo vinculado al manejo del estrés calórico.
Por Osvaldo iachetta – Redacción TodoLecheria