“Los eventos climáticos no sólo están más frecuentes, sino también más extremos y impactan cada vez más en nuestras vidas y, por extensión, en la cadena de producción de alimentos para humanos y animales”. Esto lo advierte Tiago Birro, gerente de Producto de Biomin para Latinoamérica, empresa de soluciones naturales para la nutrición animal de DSM.
Biomin y Romer Labs han realizado la Encuesta Mundial de Micotoxinas: Impacto 2021, cuyo resultado refuerza la relación entre el estrés ambiental y los cambios climáticos. “Escenarios extremos como la desertificación, inundaciones y fluctuaciones entre los períodos húmedos y secos afectan el ciclo de vida de los microorganismos. Este escenario impacta en los cultivos agrícolas en todas las fases – desde el campo hasta el almacenamiento. En este ambiente, los hongos producen cada vez más micotoxinas. El desafío para la cadena de producción de alimentos de origen vegetal es creciente”, destaca Tiago.
Para la Encuesta Mundial de Micotoxinas se recogieron 21.709 muestras de alimentos y materias primas en 79 países – incluido Brasil –, lo que resultó en 96.684 micotoxinas analizadas.
“Un ejemplo claro son las bajas precipitaciones en el segundo semestre de 2020, que retrasaron la siembra de soja en Brasil. Un caso similar tuvo lugar en Argentina – región afectada por el fenómeno “La Niña”. En los Estados Unidos, el maíz y la soja se vieron afectados por condiciones climáticas adversas en agosto, en partes de la región Centro-Oeste. El inicio de la floración y la temporada de cosecha son determinantes para definir qué tipos de micotoxinas los hongos producirán”, explica el especialista de Biomin.
A nivel mundial, el 65% de las muestras sobrepasan el límite que se considera seguro. En cuanto a la prevalencia, el ganador mundial es el deoxinivalenol (DON), seguido por las fumonisinas (FUM), zearalenona (ZEA), toxina T-2, aflatoxinas (AFLA) y ocratoxina (OTA).
“Esta ocurrencia y también las concentraciones de micotoxinas en alimentos y materias primas representan una amenaza potencial a la producción de cerdos, aves, leche, carne de vacuno y pescado. En el caso de la zearalenona, por ejemplo, los cerdos son la especie más sensible y el consumo de la toxina resulta en trastornos de concepción, natimortalidad, lechones débiles, repetición de celo y abortos. En bovinos, esta micotoxina puede causar infertilidad y disminución de la producción de leche.
La encuesta mundial reveló que en Brasil, uno de los países más importantes en la producción y exportación de materias primas para la producción animal – el 83% de las muestras de maíz estaban contaminadas por FUM, seguida por DON, con el 48% de las muestras contaminadas. La soja brasileña se vio afectada principalmente por DON, ZEA y toxina T-2, mientras que el salvado de trigo tenía una alta contaminación por DON. La situación en Argentina fue muy similar a la contaminación del maíz brasileño.
En Latinoamérica como un todo, el riesgo de contaminación por micotoxinas es alto, ya que el 68% de las muestras estaban contaminadas. En Centroamérica se tiene un riesgo extremo y en Sudamérica un riesgo severo. La FUM es la micotoxina más abundante en esta región y contamina el 84% del maíz. El DON predomina en el 94% de las muestras de cereales.
“La FUM es la micotoxina más comúnmente encontrada en el maíz en México, con el 97% de prevalencia, seguida por DON con el 65%. La prevalencia de ambas micotoxinas aumentó en comparación con los datos de 2019. En Guatemala, el 92% de las muestras de alimento estaban contaminadas con más de una micotoxina”, informa el especialista.
Norteamérica presentó un riesgo extremo de contaminación, ya que la micotoxina DON estaba presente en el 75% de las muestras. La encuesta de Biomin y Romer Labs constató una alta prevalencia de esta micotoxina en el maíz (71%), seguida por FUM (69%) y ZEA (37%).
“La alerta también es válida para los subproductos del maíz, los cuales se convierten en ingredientes alternativos usados en la formulación de alimentos para animales, especialmente en tiempos de crisis, cuando las empresas necesitan reducir el costo de las dietas. Los DDGs (coproductos del procesamiento del maíz para la producción de etanol) fueron especialmente susceptibles a la contaminación por FUM, DON y ZEA (el 92% de las muestras estaban contaminadas con más de una de estas micotoxinas). En alimentos, la encuesta reveló una mayor prevalencia de DON y la toxina estaba presente en el 83% de las muestras analizadas”, afirmó Tiago Birro.
Las principales micotoxinas investigadas están sujetas a los límites reglamentarios y de orientación, sin embargo, Anneliese Mueller, gerente de Producto de Biomin, advierte sobre el efecto de las micotoxinas emergentes. “A pesar de la alta prevalencia en los commodities agrícolas y de los efectos nocivos demostrados en la literatura, esta categoría aún no ha sido reglamentada. En los últimos años, la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA) empezó a publicar informes para evaluar los riesgos de estas nuevas toxinas”, explica Anneliese.
La gerente de Producto de Biomin refuerza la necesidad de poner en marcha la gestión y el control de micotoxinas en todas las regiones del planeta. “Las altas concentraciones de micotoxinas pueden causar efectos clínicos en animales y representan una gran amenaza a la producción de proteína animal. Sin embargo, concentraciones más bajas también influyen en el desempeño de los animales, afectando principalmente los sistemas gastrointestinal e inmunológico. Esto impacta en la productividad y la consiguiente producción de alimentos de origen animal. Los desafíos son enormes”, afirma.
La foto es de Embrapa-Brasil