El investigador Michel Wattiaux propone que los aspectos referidos a la sustentabilidad de la producción lechera se trate con las particularidades de cada región. Para ello pensó en un abordaje transdisciplinar del problema y aumentar la eficiencia en la alimentación.
Michel Wattieux expuso en el Congreso sobre Nutrición Animal que organizó la Cámara de Empresas de Nutrición Animal (Caena) sobre los retos que debe enfrentar el sector lechero en su desafío de mayor sustentabilidad. Se doctoró en la Universidad de Wisconsin y desde el año 2000 es profesor en el área de nutrición en esa casa de altos estudios. A su vez comparte con un hermano la gestión de una granja lechera e Bélgica.
Wattiaux es conocido en nuestro país pues en la década de los años 90 trabajó en una relación directa con productores lecheros locales.
Sustinere: sostener desde abajo
“Lo primero que nos preguntamos a qué cosas hacemos referencia al hablar de sustentabilidad y por ello quiero compartir una visión global sobre esta temática desde nuestra mirada, en los Estados Unidos. Y la primera aproximación es sostener desde abajo a partir de tres P: profit/planeta/people”, introduce el expositor en el Congreso de la Cámara de Empresas de Nutrición Animal.
“En EU la agricultura sostenible refiere a un sistema integrado de prácticas de producción de plantas y animales en un sitio específico (granja/región) que en un tiempo de mediano plazo debe satisfacer la alimentación y mejorar la calidad ambiental y la base de recursos. Utilizar mejor los recursos no renovables y mejorar la calidad de vida de los productores y consumidores”, especifica.
En el informe elaborado por distintas naciones en 1987 por la ONU, por una comisión encabezada por la doctora Gro Harlem Brundtland en la ONU refiere a no comprometer las generaciones futuras, “fueron los años 60 y la contaminación ambiental era alta. Lo social lo definía todo y hoy los entendemos como tres pilares autónomos e interrelacionados. Desde mi punto de vista, lo económico y ambiental refiere a eficiencia en el uso de los recursos, apuntar a un desarrollo sin comprometer recursos ni amenazar el futuro. La reunión de lo económico y ambiental tiene como puente a la eficiencia”, redondeó Wattiaux.
No debe dejar sin incluir a las personas que trabajan en una unidad productiva, promover la inclusión de las mujeres; y respecto a los consumidores, tras el objetivo de paliar el hambre e ingresar cada vez alimentos más sanos.
Conducir los desechos de tal modo que no ensucien ni promuevan enfermedades e integrarlas en nuevos modos de energía.
En Estados Unidos tenemos un esquema que reúne tres aspectos:
Principales problemas de la sustentabilidad
Wattiaux señala que si bien la producción lechera en cada país tiene sus características propias, hay un aspecto que es común a todos: la cuestión ambiental, y es por ello que la sustentabilidad debe abordarse allí, en cada sitio.
“Necesitamos una investigación transformadora que nos ayude a relevar el sistema actual por otro más eficiente y este sistema debe construirse a través de una investigación transdisciplinaria!”, propuso el profe de Wisconsin.
A fin del año pasado The New York Times se preguntó si no se estaba siendo cruel con las vacas en la producción lechera y ese periódico expresa una buena parte del pensamiento del consumidor americano, y del mismo modo llama la atención el crecimiento del veganismo y la aparición de diversas “leches” que no son leches. Y una buena parte de la atención del público es el impacto que tiene la ganadería en el ambiente.
Para atenuar impactos, uno de los aspectos es evitar los desperdicios de leche, y para ilustrarlo Wattiaux compartió el siguiente gráfico:
Allí puede observarse que en los países industrializados la mayor parte de las pérdidas tiene que ver al momento del consumo mientras que en las economías en desarrollo los desperdicios son en el tambo y en la distribución, muchas veces a causa de la falta de refrigeración.
El otro aspecto que subraya Wattiaux es cómo planea el crecimiento de su lechería los países que están pensando en ello. “Argentina y otros sectores apuntan a la exportación aunque se cree que el crecimiento más alto estará en los sectores tropicales pero no queremos que se cometan los errores que ya cometimos en los países industrializados. Entonces la idea es cómo podemos crecer de modo equitativo si perder de vista la sustentabilidad, que sea inclusivo para todos”, apuntó el especialista.
Como se aprecia el problema tiene que ver con el ambiente pero también en lo económico y lo político.
Wattiaux propone ubicar el concepto de sistema y lo ubica como una estructura donde se reúnen elementos que interactúan en condiciones semejantes. “No hay que pensar la granja como un sistema sino como un subsistema a cargo de un productor dentro de un contexto local y regional que trabaja por una mayor sustentabilidad. Allí comienza el desafío”, propone Wattiaux. Nutrientes, manejo, ambientes, efluentes y otros aspectos, y por supuesto reunidos en una organización para relacionarse con consumidores y otros actores.
Observar todo como un sistema será ver no solo a la vaca sino todos los aspectos:
Herramientas para impulsar la sustentabilidad lechera
“Mi primera reacción es mejorar la eficiencia de mi vaca lechera y de allí mejorar el todo. El agrónomo pondrá el foco en los cultivos; el ecólogo pondrá foco en el manejo del impacto de esta actividad; el sociólogo hará lo suyo en su disciplina y el analista de sistemas compondrá mapas de flujos de esfuerzos y resultados. No dividen y piensan solo en su tarea, tienen una visión holística, total del problema”, propone.
Cada uno en su juego debe componer este sistema en la lucha por una mejor sustentabilidad y allí es que la investigación deberá ser transdisciplinaria también, es difícil pero deberá ser así
Wattiaux refiere a los problemas “retorcidos” para dar cuenta de la polémica sobre el uso de la tierra para ganado o para consumo humano; o el de la modificación genética o la mitigación del impacto. “Los problemas retorcidos son dilemas que no son verdaderos o falsos sino que su resolución es a través de componer matices en el equilibrio. Si no tenemos una mirada global del problema no podremos resolverlo”, asegura el investigador.
Para darle cuerpo a la proposición Wattiaux se refiere a un estudio sobre el impacto de la lechería de EU desde la cuna a la tumba, esto es teniendo en cuenta todo el recorrido de la actividad. Y allí pudo conocerse que la actividad tiene estos registros:
-2,05 kgs de CO2 por cada kilo de leche consumida
-El sector leche emitió ~3,5 Tg de CO2 lo que equivale a 1,9% del total de las emisiones de GEI en los EU
Nota: un Tg (un teragramo) es un millón de toneladas métricas = 1012 gramos
Un 72% de las emisiones de carbono se producen dentro del tambo y un 28% fuera de ella.
Y para una mayor y más completa asignación de impacto dentro de la cadena lechera Wattiaux propone en siguiente cuadro:
“Mi reflexión es que si no tenemos una mirada del todo y solo atendemos nuestra actividad o tarea no estamos asumiendo esta idea de sistema. Los productores y consumidores quieren poner n°de emisiones por kilo de leche; los científicos y los activistas ambientales quieren hablar de CO2 por año y los políticos querrán hablar de emisiones de CO2 en relación al producto interno bruto
Otros hablan de unidades de tiempo, y los nutricionistas querrán referirse a emisiones de CO2 por tonelada de alimento”, recorre el profesor de Wisconsin.
Otro análisis del ciclo de vida expuesto por Wattiaux tiene que ver con comparar el impacto de las emisiones entre la producción de leche de una economía desarrollada y una que está en vías de hacerlo. “EU y un país del Sahara tienen emisiones por vaca muy semejantes pero la diferencia estriba en la cantidad de leche que produce una y otra vaca y entonces allí veremos que una vaca eficiente puede producir 6 veces menos impacto por el volumen de leche que produce”, razona. Aquí el expositor cita una investigación que señala que si observamos las razones múltiples por las que un tambero tiene una vaca en Kenia (leche para vender y consumir, carne, estiércol, seguro, financiamiento y dote) el impacto es apenas superior en comparación entre las dos vacas. Ahí, Wattiaux concluye que la manera de observar un fenómeno complejo puede llevar a diferentes saldos y de allí la importancia de la mirada transdiciplinaria.
Al cierre, el especialista se refirió a una comparación entre dos lecherías diferentes: la neocelandeza y la sueca.
El nitrógeno en la sustentabilidad lechera
Wattiaux dice que como nutricionista pone el foco en analizar el nitrógeno en la estrategia alimentaria y apunta que en los EU una vaca lechera consume 637 gr/día de nitrógeno y los procesa con este saldo:
N fecal 35%
N en orina 33.3%
N ureico en orina 26,4%
N en la leche 26,1%
Allí la estrategia del nutricionista es maximizar el N en la leche y reducir el N ureico en orina y para ello hay que reducir la cantidad de proteína cruda que son las que “estimulan” en reciclaje de N de la sangre al tracto intestinal; y el otro tema central es la presencia de aminoácidos en la alimentación.
Una persona de 70 kgs necesita unos 56grs diarios de proteína animal de buena calidad (0,8 gr por kilo de peso) y casi todos los paíse producen la proteína animal que necesitan pero los más desarrollados y eficientes producen dos o tres veces más de la que necesitan y por supuesto van a buscar exportarla. Wattiaux recuerda que el consumo de proteína vegetal es más equilibrada en la comparación pero la diferencia reside en el consumo de proteína animal.
Es importante comparar la proteína que consume el animal para producir proteína para consumo humano y allí hay que evitar una competencia por su utilización.
Wattiaux propone trabajar sobre la ración, las proteínas necesarias para producir un litro de leche y para ello hay que trabajar con una mente abierta pues no podremos resolver los problemas con el mismo que los creamos.
Por Osvaldo iachetta / Redacción TodoLechería