Enfermedades podales: cómo se controló un brote de cojeras

Los problemas podales o cojeras, junto con la mastitis, son los problemas médicos que más pérdidas económicas causan en la ganadería lechera. De hecho, son la tercera causa de desecho después de la reproducción y la mastitis.

En estos tiempos de confinamientos hemos recibido más consultas telefónicas de lo habitual. La verdad es que entre la información recopilada con la llamada telefónica con base en nuestras preguntas y sus respuestas -anamnesis lo llamamos los médicos-, algunas fotografías enviadas por WhatsAp y algún vídeo, es posible hacer diagnósticos presuntivos bastante buenos.

El caso que nos ocupa comenzó con un correo electrónico. Luis, el ganadero, nos escribió al correo electrónico que aparece en los artículos que escribimos en esta revista (Refiere a Revista Frisona de España). Contó que tenía un brote de cojeras que le tenía desconcertado y pedía nuestra opinión. Rápidamente acordamos una hora para poder hablar y así comenzar la anamnesis.

 Las cojeras, junto con la mastitis, son los problemas médicos que más pérdidas económicas causan en la ganadería lechera. De hecho, son la tercera causa de desecho después de la reproducción y la mastitis.

 Las cojeras influyen en la producción láctea, la reproducción y el desecho involuntario. Hay muchas diferencias entre granjas, con trabajos que muestran prevalencias medias de cojera que van del 2 al 60 %, es decir, hay granjas en las que casi no hay casos y otras en las que la mayoría de las vacas la sufren. Y también es un problema que diversos estudios demuestran que está infravalorado.

Normalmente se trata de un problema endémico, esto es, aparece de manera mantenida en las explotaciones afectadas, con períodos de tiempo o grupos de edad de exacerbamiento.

 En el caso de la granja de Luis, según él, se trataba de un brote con muchas vacas afectadas. La experiencia me ha enseñado que, en lo que a enfermedades se refiere, la percepción de un ganadero puede ser muy subjetiva. Lo que para uno es muy grave para otro puede ser normal e incluso, si me apuras, bajo. Ello depende de la situación de la que se parta, ya que se ve de manera muy diferente pasar de un 2 % a un 15 % de animales cojos, que pasar de un 50 % a un 15%. También depende del tipo de animal afectado, por ejemplo, no es lo mismo una novilla que una vaca de varios partos.

Aunque desde el punto de vista de prevalencia de la enfermedad, todos los casos tienen el mismo porcentaje. Por ello hacía falta profundizar en la situación de la granja.

 En el caso de la granja que nos ocupa se partía de una situación muy poco frecuente, según Luis, l antes no tenía cojeras. Es algo realmente raro encontrar una granja que no tenga cojeras por lo que intenté verificarlo de manera indirecta. Le pregunté que si algún podólogo le visitaba para arreglar los cascos regularmente y me contestó que nunca había llamado a un casquero y él tampoco los arreglaba. Le pregunté si tenía baño de patas y me dijo que hasta ahora no, pero que estaba buscando uno. Insistí preguntando por algún caso de vaca coja con anterioridad al brote y me dijo que alguna vez había tenido alguna vaca, pero el veterinario le había dicho que era un problema de ligamentos.

Ahora las vacas cojeaban de abajo. Continué con la anamnesis preguntando de qué extremidad cojeaban y me dijo que la mayoría de atrás, pero también de delante.

 Todas las publicaciones científicas muestran que más del 95 % de las cojeras son del pie, lo que se denomina cojeras bajas; de estas, más del 90 % son de las extremidades posteriores, y a su vez aproximadamente el 65 % asientan en el dedo lateral. Esto se explica por razones anatómicas, la vaca soporta más peso en las extremidades posteriores. Además, el casco lateral tiene un espesor mayor de la suela por lo que soporta más peso, lo que a su vez le hace crecer más y se produce un círculo vicioso.

Después quise saber cómo y cuándo surgió el brote. Luis me dijo que hacía unos veinte días apareció una vaca cojeando intensamente de una pata de atrás y con la pezuña hinchada. Su veterinario le recetó antibiótico y antiinflamatorio, pero pese a completar un tratamiento de tres días apenas mejoró. Después fueron apareciendo otras parecidas y lo mismo, no terminaban de curar. Me dijo que estaba tratando muchas vacas, cinco en ese momento, y que, si a esas le sumaba las que ya había dejado de tratar, pero aún no podía echar la leche al tanque, estaba retirando mucha leche y así no podía seguir. Hay que decir que la granja era muy pequeña, tenía 50 vacas entre secas y en lactación.

Hasta ese momento sabía que se trataba de un brote, que no conocía la prevalencia exacta pero que al menos era superior al 10 % y que se trataba de cojeras bajas afectando principalmente en las extremidades posteriores. Nos quedaba conocer de qué enfermedad se trataba y cuál era la causa. Le pregunté que según su veterinario cuál era el diagnóstico de las cojeras y me dijo que pedero, pero que su veterinario le hacía la reproducción una vez al mes, pero hacía poca clínica y nada de podología. El pedero es una de las denominaciones del flemón interdigital. Se trata de una infección de los tejidos blandos del pie, normalmente del espacio interdigital, por una bacteria muy patógena y común, el Fusobacteriun necrophorum. Esa enfermedad se debe tratar prontamente con antibióticos y, aunque hay alguna cepa que es muy resistente, en general responde bien a los tratamientos.

Para intentar corroborar el diagnóstico le pedí a Luis que me mandara alguna foto. Así lo hizo, pero solo con las fotos no pude confirmarlo. En cuanto a lo que se refiere a la posible causa del problema le pregunté por cambios en la granja poco antes de comenzar las cojeras. La pregunta es casi de novato, pues casi siempre el ganadero contesta que no ha cambiado nada, que hace todo como siempre y antes no pasaba esto. La verdad es que siempre que pasa algo que antes no pasaba es porque ha habido algún cambio en la granja. Pero esa pregunta es obligada hacerla, ya que a veces el ganadero ha hecho un cambio pero no es consciente de que pueda tener esas consecuencias.

 Llegado a este punto, no se podía avanzar mucho más con el caso y un diagnóstico preciso era imprescindible. Básicamente existen cinco enfermedades podales en las vacas de leche que

pueden causar brotes de cojeras importantes. Dos infecciosas, la dermatitis digital y el flemón interdigital; y tres traumáticas, la úlcera de suela, la úlcera de la punta del dedo y la enfermedad de la línea blanca. Todas comparten algunos factores predisponentes, pero también tienen otros diferentes.

La génesis del problema

Para saber cuál era el problema de la granja de Luis y su verdadera extensión, le recomendé que solicitara el servicio de un podólogo. Afortunadamente, el podólogo no tardó en atenderle y después de terminar su trabajo le dejó una hoja con los animales tratados y el tipo de tratamiento aplicado. Luis revisó todas las vacas de la granja. El resultado fue que, de 50 animales, 15 (el 30%) necesitaron tratamiento por estar cojas. En tres animales el problema estaba en las extremidades anteriores, dos con una y otro con las dos afectadas. En 12 estaban afectadas las patas traseras, una con las dos patas y el resto con una. En total se pusieron cinco tacos, uno en una mano y cuatro en patas. Se vendaron 13 patas, tres de ellas por flemón interdigital y el resto por lesiones compatibles con dermatitis digital. Respecto a los animales tratados con tacos no teníamos información de qué tipo de úlcera tenían, no lo especificaba el informe por lo que podía ser cualquiera de las tres enfermedades no infecciosas, aunque lo más probable es que se tratara de úlcera de la suela.

Ya teníamos el diagnóstico. ¡Las vacas de Luis tenían de todo! Ahora quedaba saber cuál había sido la causa del brote y, si fuera posible, eliminarla.

El podólogo le había recomendado seguir con los baños de patas y realizar el arreglo preventivo y en su caso terapéutico con regularidad. Con toda la información recabada decidimos visitar la granja.

Hicimos la visita a la hora en que acababa el ordeño y pedí que las vacas se dejaran amarradas en el comedero para poder examinar de cerca.  Como hemos dicho anteriormente, la granja era pequeña. Pequeña en número de animales, 50, pero con unas instalaciones amplísimas. Rápidamente me percaté de por qué no había tenido vacas cojas con anterioridad. La granja tenía una línea de comedero con 80 amarres y en ella comían 46 vacas. El comedero estaba cubierto con un techo que cubría a las vacas y a la comida, luego había un gran espacio descubierto y a continuación una nave muy alta, techada, cerrada por tres lados y abierta completamente por el lado que daba al corral. Todo el corral estaba hormigonado.

La parte de la nave cubierta tenía una abundantísima cama de paja muy limpia y en ella cabían perfectamente todas las vacas. La parte central del corral, descubierta, no estaba encamada, aunque había algo de paja de la que arrastraban las vacas con las patas. La zona cubierta del comedero también estaba abundantemente encamada.

 Primeramente, observé a las vacas por delante. La mayoría estaban amarradas, tenían abundante comida bien picada y mezclada. Es que pese al pequeño tamaño de la explotación, tenía carro mezclador. La explotación no tenía altas producciones de leche, pero tenía muy buena calidad. La sanidad era también muy buena. Después, entré al corral para verlo desde dentro y observar a las vacas por detrás. Lo primero que me llamó la atención es que todo estaba muy limpio, seco y con una cama muy abundante. Probablemente los dos factores de riesgo más importantes en la presentación de las cojeras son la humedad y la falta de cama de calidad. A primera vista en esta granja no se daban ninguno de los dos. Desde luego, cuando lloviera, la parte central descubierta del corral se mojaría, pero el agua allí no podía estancarse y de cualquier modo la parte cubierta de la nave permitía alojar a todas las vacas ampliamente y que estuvieran bien limpias y secas. Un corral tan grande, con el suelo de cemento, podría desgastar en exceso los cascos y predispondría a la úlcera de la punta del dedo, pero de ser así ese tipo de cojera se habría producido con anterioridad. Lo único que podría desencadenarlas sería un cambio de trabajadores que movieran a las vacas bruscamente o hubiera cambiado la rutina de ordeño haciendo que las vacas permanecieran mucho tiempo de pie. La granja había sido llevada desde siempre por Luis y su mujer, se ordeñaba en muy poco tiempo dos veces al día y no había cambios que pudieran soportar esa hipótesis. Esa opción no era posible. Aparentemente las vacas estaban secas, limpias y no sufrían traumatismo o desgaste de los cascos que pudiera originar las cojeras.

Empecé a observar las vacas que estaban trabadas en los amarres por detrás. Las vacas estaban muy limpias y, salvo excepciones, tenían buena condición corporal. Había un buen número de ellas pintadas con espray de color rojo en la ubre como método para conocer las que estaban tratadas con antibiótico y había que separar la leche. Y me llamó la atención, que, pese al gran espacio de comedero, las vacas estaban trabadas todas juntas en aproximadamente la mitad de los amarres. Le pregunté a Luis por ello y me dijo que ponía ahí la comida para que estuviera más cerca de la sala de ordeño y además así encamaba solo esa parte de la línea de amarres,

−Total solo tengo vacas para llenar dos tercios de los amarres−.

 Entonces quise ver las patas afectadas para ver el grado y tipo de cojera. Pero la mayoría tenían las patas enterradas en la paja y pedí a Luis que soltara las vacas que le fuera diciendo. Al hacerlo vi sorprendido que, pese a que el tiempo era seco, al sacar las patas de la cama de paja, en el fondo había purín.

Inmediatamente le pregunté a Luis: −¿Esto está siempre así?−

 Me contestó que no, que normalmente, como se ensuciaba más, retiraba la paja del comedero con frecuencia, pero primero porque tuvo mucho trabajo en el campo y después para que las vacas cojas estuvieran más cómodas, lo estaba haciendo así. ¡Ahí estaba el problema! Esa capa profunda de cama, con el fondo encharcado y sin oxígeno, era el medio de cultivo necesario para que proliferaran las bacterias que producen las cojeras. Además, la humedad y el purín primero reblandecen y después destruyen la queratina del casco de las vacas. Esto favorece los traumatismos, dado que el casco ya no es tan resistente, y las infecciones.

Tiempo de soluciones

Recomendamos a Luis limpiar inmediatamente toda la cama que estaba en la línea del comedero.

En la de la nave no sucedía lo anteriormente descrito por lo que no había que hacer nada.  demás, le dijimos que de momento pusiera la comida en el otro extremo del comedero y así dejar que se ventilara y soleara el lado del comedero en el que estaban las bacterias causantes del problema y después, pasados unos días, que pusiera la comida a lo largo de todo él, así evitaríamos que se acumulara el purín y además habría menos problemas de competencia por la comida. Solo con esas medidas el brote cesó y un tiempo más tarde incluso prescindió del baño podal.

En muchas granjas los problemas estructurales derivados de un diseño o de un manejo defectuoso hacen que las soluciones que podemos aportar sean solo parciales y por ello haya que usar todas las herramientas a nuestro alcance: arreglo corrector frecuente, baños de patas y arreglos terapéuticos con tratamiento antibiótico temprano. Pero en algunos casos, como en la granja de Luis, el diagnóstico exacto de la enfermedad y los factores de riesgo y su corrección, pueden hacer que la solución sea definitiva.

Por Juan Vicente González Martín 1 y Raquel Patrón Collantes 2

1 DVM, PhD, Dipl. ECBHM. Profesor Titular Dpto. de Medicina y Cirugía Animal, Fac. Veterinaria, UCM.

2 DVM. Profesora Asociada Dpto. de Producción  Animal, UCM.

1, 2 TRIALVET Asesoría e Investigación Veterinaria SL. (www.trialvet.com / e-mail: trialvet@trialvet.com)

Artículo publicado en revista Frisona (españa) www.revistafrisona.com.ar

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