Si bien la ganadería no es la principal causa del problema del calentamiento global, podríamos decir que es parte de la solución, ya que con la implementación de distintas estrategias se puede contribuir a disminuir las emisiones de metano entérico y así colaborar con el enfriamiento del planeta a corto plazo.
El cambio climático es una de las mayores preocupaciones vigentes a nivel mundial, ya que constituye una importante amenaza para la subsistencia de la vida del planeta. El informe más reciente del Panel intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) “Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change” advierte que, con los objetivos y políticas actuales, estamos acercándonos al límite de calentamiento del planeta (1,5 °C de acuerdo con establecido por 195 naciones en 2015 en el Acuerdo de París).
El calentamiento global está producido por la emisión y acumulación principalmente de 3 gases en la atmósfera: dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Si bien el metano es considerado segundo en orden de importancia posee un potencial de calentamiento global 28 veces mayor que el dióxido de carbono (IPCC, 2022).
Como positivo podemos decir que el metano a pesar de tener un impacto más nocivo que el dióxido de carbono, tiene una vida media menor en la atmósfera, lo que permitiría que, al trabajar en la mitigación de sus emisiones, el efecto benéfico sobre la atmósfera será más rápido que en el caso de otros gases.
En tal sentido, la ganadería es responsable del 14,5% de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero (GEI) mundiales; donde el metano (CH4) es el principal GEI producido.
Este porcentaje de emisiones ganaderas tiene en cuenta tanto las emisiones directas como indirectas asociadas a las prácticas de producción que se utilizan para el desarrollo del sistema lo cual se conoce como ‘huella de carbono’, que mide las emisiones generadas por unidad de producto, leche, carne, lana, etc., a lo largo de todo el ciclo. Como se puede observar en la siguiente figura, los mayores emisores de metano (80%) son los rumiantes (vacas, cabras, ovejas) y dentro de este grupo especialmente las vacas. Esto se debe en gran medida a la capacidad que tienen estos animales de alimentarse de pasto o forraje a través de un proceso llamado fermentación entérica.
Figura 1. Contribución relativa a las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de productos de ganado. Kg C02 eq por kg de proteína. Adaptado de FAO 2018.
¿Cómo producen el metano los rumiantes?
El CH4 surge como producto de la fermentación producida cuando el alimento principalmente el forraje es degradado por un conjunto de microorganismos (bacterias, hongos y protozoos) que interactúan y conviven en el estómago de los rumiantes (rumen). Durante esta degradación, los microorganismos en especial un grupo de bacterias llamadas arqueas metanogénicas producen CH₄, que el rumiante luego elimina por el hocico a través del eructo.
Debemos considerar que las emisiones de CH4 no solo tienen efecto en el ambiente, sino que también representan una pérdida de energía que va desde 7% hasta el 11% del alimento consumido. Esta pérdida de energía que podría ser utilizada para obtener mayor producción implica un efecto negativo para el bolsillo del productor.
Figura 2. Fermentación ruminal.
Impacto a nivel social
A pesar de que es conocido que la principal fuente de gases de efecto invernadero no proviene del sector ganadero, sino de otros sectores como lo es la generación de electricidad (donde las actividades contribuyentes son el transporte, la industria y el sector residencial); la presión de la opinión pública sobre la forma en que se deberían generar los productos alimenticios que consumimos, puede provocar que a futuro y uno no tan lejano, el nivel de emisiones relacionadas a la ganadería provoque dificultades para el comercio internacional, afectando a países agro-exportadores como Argentina. Por ello, es importante que desde la comunidad científica se investigue sobre las principales fuentes de emisión de GEI, la contribución real que tiene la producción de rumiantes y las posibles prácticas existentes para reducir estas emisiones sin afectar la producción.
Figura 3. Distribución sectorial de las emisiones de gases de efecto invernadero en Argentina (año 2018). Fuente: informe BUR Argentina 2021.
¿Qué estrategias de mitigación se pueden implementar?
Se han propuesto diferentes medidas encaminadas a mitigar la producción de metano: algunos relacionados con el manejo y calidad de la dieta (favoreciendo la relación concentrados /forrajes) y otros con el uso de aditivos a la dieta que inhiben la formación de metano como lo son los iónosforos, compuestos bioactivos de las plantas (como lo es el bromoformo en algas del género Asparagopsis), lípidos, inclusión de plantas taníferas, entre otros. Selección genética, investigadores españoles estiman ( ver https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0022030220303994 ) que la selección genética de vacas con bajas emisiones de metano podría reducir las emisiones del ganado vacuno lechero en un 20% en diez años en España. La combinación de estas estrategias permitirá reducir, sin duda, las emisiones entéricas de metano en los próximos años.
Reflexión final
Si bien la ganadería no es la principal causa del problema del calentamiento global, podríamos decir que es parte de la solución, ya que con la implementación de distintas estrategias se puede contribuir a disminuir las emisiones de metano entérico y así colaborar con el enfriamiento del planeta a corto plazo.
Como se mencionó en este escrito existen distintas estrategias que se pueden llegar a adaptar al contexto regional y nacional, para poder ser aplicadas en las unidades de producción pecuaria. Sin embargo, para que las acciones de adaptación y mitigación se lleven a cabo es necesario que las políticas nacionales respalden su necesidad. Para ello, es de suma importancia que se brinde financiamiento para investigaciones sobre las distintas estrategias de mitigación de metano en especial en bovinos, no sólo para analizar su potencial para mitigar las emisiones de metano, sino evaluar que no afecten el comportamiento productivo y el bienestar animal. En un futuro será fundamental, la implementación de programas con financiamiento que permitan el desarrollo de estas estrategias, de tal forma que se facilite la adopción e implementación de las medidas mencionadas por los productores.
Por Ing. Agr. Dra. Salloum Soraya e Ing. Agr. PhD. Zenobi Marcos – Cátedra de Nutrición Animal, Facultad de Ciencias Agropecuarias, UNC