La sexta parada en el Viaje a Tambos Sustentables sin escalas que promueve el Inta recaló en el establecimiento La Otilia, un tambo sobre campo 100% alquilado que recupera sus efluentes para uso agronómico y también genera biogás con sus dos biodigestores.
Sustentabilidad ambiental, económica-productiva y social se unen en la experiencia de este tambo gestionado por jóvenes, en la localidad de Susana, provincia de Santa Fe.
Hasta el 2011 en La Otilia se destinaban los esfuerzos a la agricultura, pero el equipo que se hizo cargo de la administración deciden agregarle valor a los granos que se producían en el establecimiento. Joaquín Alquati es el encargado del establecimiento y memora esos inicios y transparenta que no tenían experiencia precisa pero el desafío de avanzar algunos eslabones en la cadena productiva les pareció un desafío interesante.
El equipo está integrado por 7 personas que realizan tres ordeños diarios y la remuneración es a porcentaje. Hay una buena habitabilidad de las viviendas del personal, accesibilidad permanente, con centros urbanos relativamente cerca.
Pensar sustentablemente, pensar en los que vendrán
Gustavo Almada es técnico del Inta Carlos Pellegrini y un consecuente impulsor de estas estrategias que pivotean sobre el trípode que integran lo productivo, lo ambiental y lo social que movilizan a estos modos de gestionar un tambo.
“Creo que la principal fortaleza de La Otilia reside en la gestión de la sustentabilidad a partir de la estrategia de convertir los residuos productivos en biogás. Sabemos muy bien que uno de los problemas-oportunidad que tiene el tambo es el manejo de los efluentes, y este tema en La Otilia se lo realiza muy bien”, señala el especialista.
Karina García del Inta Chacra Experimental Barrow profundiza el concepto de sustentabilidad para dar cuenta que “el manejo de los desperdicios concluye en la valoración agroeconómica y la generación de energía, todo a partir de una utilización eficiente del agua, y estos son puntales de la sustentabilidad productiva”.
La especialista señala que la primera pregunta es responder qué estoy generando para decidir el mejor destino para ese resultado de deposiciones y agua. “Para ello se fue trabajando por etapas, con un manejo adecuado a cada necesidad y escala”, aconseja. El volumen de residuos que se genera día tras días es un aspecto determinante pero lo es también el tipo de sistema productivo, el contexto y los objetivos que tenga cada explotación tambera.
“En nuestro caso no pensamos a los residuos como algo ‘para sacarse de encima’, queríamos sacarle el mejor provecho y por ello decidimos conducir los desperdicios a un biodigestor para recuperar nutrientes para áreas agrícolas y generar energía de uso alternativo que, en nuestro caso se utiliza para calentar leche a los terneros. Esto es algo que se puede ir haciendo por etapas y tiene múltiples beneficios”, cierra Joaquín Alquati.
Almada subraya que otro de lo destacable que muestra La Otilia tiene que ver con su dimensión social y tiene que ver con la juventud del equipo que la timonea y esto no solo refiere a una cronología determinada sino al ímpetu y la enjundia que muestran en sus determinaciones productivas.
Todo buenísimo, ¿y los números?
La Otilia muestra algunos registros que solo pueden obtenerse con una administración de precisión:
-El tambo se asienta en 239 hectáreas de suelo Clase I, todas alquiladas.
-El agregado de valor de la producción agrícola es el principal objetivo.
-El 100% de la reposición de los planteles es propia.
“Al principio el confinamiento en nuestro tambo se parecía más a ‘amontonar vacas’, pero de a poco fuimos manejando mejor el sistema y comenzaron a verse los resultados. Comenzamos desde abajo hacia arriba: desde el manejo del ternero hasta que la vaquillona de producción pare. Organizamos mejor los corrales y crecimos en confort a los animales”, describe Joaquín Alquati.
“Cuando arrancamos la actividad estábamos en 800 litros y hoy estamos produciendo 11.000 litros diarios a partir de una estrategia dry lot, donde los animales están encerrados y se les provee alimentación a partir de la dieta equilibrada distribuida con mixer”, relata el joven emprendedor.
Si bien se trabaja en la etapa preparto, el ciclo comienza con el nacimiento de los terneros, a los que se les realiza un seguimiento y protección en su primera etapa de vida. “Trabajamos con el objetivo de tener una vaquillona al parto a los 24 meses y este es un dato importante para que la vaca pueda expresar el potencial que tiene”, subraya Alquati y cuenta que la genética es otro de los elementos que se no se descuida pues se trabaja en un plan de semen sexado sobre el plantel de vacas seleccionadas.
Para quienes visitaron su tambo, Alquati señala como un punto destacado al manejo del corral: “Buscamos que la vaca no se estrese y para ello mantenemos los corrales, que tengan una buena cama, buenos sectores de sombra, y ventilación y refrigeración en días calurosos”.
Por Osvaldo iachetta / Redacción TodoLechería