Las lecherías de California imploran por más agua

A California le queda agua para poco más de un año para todos sus usos: Para el consumo humano, para sus espejos de agua o para el riego agrícola. El tema formó parte de la entrevista que mantuvo TodoLechería con el experto Alejandro Castillo

Una de las lecherías más competitivas del mundo está pendiendo de buenas nevadas en el próximo invierno, caso contrario habrá fuertes restricciones.

Para conocer más del impacto del cambio climático en el poderoso Estado de California, TodoLechería entrevistó a Alejandro Castillo, un experto argentino que reside en la ciudad de Merced en el Valle Central de California.

Las imágenes de la sequía y el fuego son aterradoras y respecto a la profundización de estos fenómenos, Castillo dijo: “El panorama en California está difícil. A partir del año 2000, en California se hizo una clasificación de las sequías, se empezó a vivir la sequía a fines de la década del 90, principios del 2000. Los expertos en sequia decidieron clasificarla en 5 puntos, la nombran con la letra D-0 a una situación anormal pero común de sequía porque California es un desierto, pero hay momentos donde hay una situación anormal y hay que regar por encima de lo establecido, a eso le llaman situación anormal seca. La situación 1 es moderado, después 2 severo, extremo y excepcional. Eso tiene 5 colores diferentes”.

Agregó que “se puede apreciar que se dan 3 ciclos muy claros desde el año 2000 hasta hoy: El primero entre 2001 y 2005, nunca se llega a una sequía excepcional, lo mismo pasa en el periodo de sequias del 2007 al 2010, pero después entre 2014 y 2017, fue un ciclo de 5 años con períodos de sequía excepcional”.

Fuego arrasador en el norte de California

El norte de California, Estados Unidos, está siendo avasallado por el segundo mayor incendio forestal de la historia de ese estado. Este domingo, ante el avance del denominado Dixie, que ahora cubre una superficie mayor a la ciudad de Los Ángeles, miles de personas debieron huir para protegerse. Estiman que el fuego no será extinguido hasta antes del  20 de agosto.

Más de 5 mil personas luchan contra este monstruoso incendio, cuyas enormes nubes de humo son visibles desde el espacio. El Dixie Fire ya destruyó 404 estructuras y el histórico pueblo de Greenville. Los bomberos trabajan para intentar salvar casas en las ciudades de Crescent Mills y Hunt valle.

A primera hora de hoy, el fuego había destruido más de 187 mil hectáreas, superando en más de 7 mil las que ya había arrasado ayer este incendio. Actualmente cubre una superficie superior a la isla hawaiana de Maui o de la ciudad de Los Ángeles.

Incendios y sequías en California

A finales de julio pasado, la cantidad de hectáreas quemadas en California se incrementó en más de un 250% con respecto a 2020, que ya había sido el peor año de incendios forestales en la historia moderna de ese estado ubicado en la región oeste de Estados Unidos. Los ocho mayores incendios forestales que afectaron a California se han producido desde diciembre de 2017. 

Producto de una sequía prolongada que, según los científicos, se debe al cambio climático, ha dejado gran parte del oeste de Estados Unidos y Canadá reseca y vulnerable a incendios explosivos y altamente destructivos.

La lucha por el agua

“Es interesante lo que pasó desde el punto de vista de la capacidad de retener agua en el Estado de California. Acá las precipitaciones son mínimas y uno podría dar una precipitación promedio en todo California de 150 milímetros por año, no más de 200 milímetros en toda la zona central donde se distribuye el sector agrícola-ganadero. Lo que pasa que las precipitaciones níveas en las Sierras Nevadas son por lo general equivalente a unos 1.000 milímetros y toda ese agua que se acumula como nieve es retenida en un altísimo porcentaje, más del 90% se retiene en un sistema de alrededor de 140 diques, se hace un uso muy eficiente del agua que explica el éxito del sector agrícola californiano”.

Pero el problema es que en estos años ha nevado menos y además los calores hacen que la evapotranspiración sea mayor.  “Lo que pasó en este periodo, 2014-2017, se presenta una sequía excepcional, porque en ese sistema de diques del que hablamos, hay 12 represas que no son diques de contención de agua provenientes de un río, sino que son reservorios donde se bombea el agua hacia esos reservorios.  Esos reservorios tienen una capacidad de retención de 5 años, lo que quiere decir es que estando llenos, si no llueve, por cinco años California tiene agua. Fue planificado con ese objetivo. El problema es que en el 2017 llegamos a niveles muy bajos y no estaba reglamentado el uso del agua subterránea. En el invierno de 2017 llovió, nevó y la cosa mejora claramente hacia 2018, 2019 y 2020, pero en 2021 estamos entrando en este momento en el color de sequía excepcional, color marrón”, dijo Alejandro Castillo.

¿Cómo está la situación de los diques y represas?

“La reserva actual de California a la fecha de hoy está a la mitad del registro histórico normal para la fecha. Estamos en el horno… la realidad es que el verano desde el punto de vista de los cultivos ya están hechos y están regados, falta en el caso de algunos maíces hacer llenado de granos pero es una cantidad de agua menor. Se les garantizó la comida a las vacas, pero el tema es que si no llueve o nieva en verano, de acuerdo a la cantidad de agua que tienen los reservorios hoy tendríamos agua hasta el año que viene básicamente. Podríamos aguantar bien el 2022, pero es probable que haya restricciones al uso de agua por la situación actual”, indicó Castillo.

Pero hay un dato más: “Si bien hay agua, empezó a aumentar el precio de agua para riego. El precio del agua acá se vende por acre/feet, que es el volumen de un acre de superficie, a una profundidad de un pie, es decir unos 30 centímetros. Los precios normales siempre son mucho menores a 50 dólares, lo que por hectárea serían unos 125 dólares. El problema es que en algunos lugares se empezó a vender el agua a 700 dólares el acre/feet, esto significa que ha subido más de 15 veces y esa es la preocupación más grande que hay respecto a los cultivos del año que viene o los de invierno, si bien si llueve la lluvia se distribuye, es muy poca. El precio ha aumentado mucho antes de que se visualice el problema”, indicó Castillo y añadió que “en la última sequia histórica de California el precio llegó a 1500 dólares el acre-feet, es decir más de 3.000 dólares la hectárea, lo que hace inviable a la agricultura anual, maíz no se puede sembrar”.

Cabe destacar que a partir del 2017 el gobierno del Estado de California prohibió el riego por inundación.

Respecto al cambio climático, el doctor Alejandro Castillo dijo que la prestigiosa Universidad de Cornell “ha sido una de las primeras que ha empezado con el tema del GW (Global Warming), quienes dijeron que los promedios de lluvias y temperaturas no van a cambiar mucho, lo que va a cambiar son los valores máximos y mínimos en determinados momentos. Eso es lo que estamos viendo, inviernos fríos y veranos más calientes. Eso va a llevar a que los fenómenos meteorológicos también sean más violentos.

“El objetivo del gobierno de California es maximizar la eficiencia. En California el 80% de la energía sigue siendo energía fósil. Tenemos un plan muy contundente que se está cumpliendo a rajatablas que es llegar al 2050 con 0% de usos de fósiles”, precisó.

Un canal de riego en el Valle de San Joaquín conduce agua de uso agrícola

Lo que dice un Panel de Expertos

El equipo científico del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) que fue creado en 1988 para que facilitara evaluaciones integrales, lleva tres años trabajando en un informe. Pero la etapa final ha coincidido con una concatenación de fenómenos meteorológicos extremos, como la tremenda ola de calor de finales de junio en Canadá, las inundaciones en el centro de Europa o en China de julio y los recientes incendios asociados al calor en la cuenca del Mediterráneo. Precisamente, otra de las importantes novedades del informe es la referida a estos eventos. El IPCC afirma rotundo: “El cambio climático inducido por el hombre ya está afectando a muchos fenómenos meteorológicos y climáticos extremos en todas las regiones del mundo. La evidencia de los cambios observados en extremos como olas de calor, fuertes precipitaciones, sequías y ciclones tropicales, y, en particular, su atribución a la influencia humana se ha fortalecido desde el informe de 2013”.

El estudio advierte de que el incremento de la temperatura seguirá al menos hasta mediados de este siglo pase lo que pase. A partir de 2050 las cosas se pueden poner realmente complicadas, porque no se logrará que el nivel de calentamiento se quede entre los 1,5 y 2 grados “a menos que se produzcan reducciones profundas en las emisiones de CO₂ y otros gases de efecto invernadero en las próximas décadas”. En el peor escenario, si no se actúa y las emisiones siguen creciendo al mismo ritmo que hasta ahora, el informe estima que a finales de este siglo se llegaría a un incremento de 4,4 grados, algo que multiplicaría también la intensidad y frecuencia de los fenómenos extremos. Los científicos recuerdan que la última vez en la que se llegó a un nivel de calentamiento por encima de los 2,5 grados fue hace tres millones de años, cuando ni siquiera existía el ser humano.

La ganadería en el banquillo, ¿es culpable?

Alejandro R Castillo, quien es profesor emérito de la Universidad de California y consultor privado realizó un interesante trabajo titulado “Novedades sobre los sistemas de producción de leche y carne, y la huella de carbono”.

Dice el reporte que “se denomina huella de carbono a un valor índice calculado a partir de los tres gases más importantes responsables del efecto invernadero, el anhidrido carbónico (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O). El cálculo se realiza considerando el aporte relativo de estos gases sobre el calentamiento global. El más abundante en la atmosfera es el CO2. Por ello, a los fines comparativos, se le otorga un valor relativo de 1 (uno). El CH4 y N2O tienen un efecto estimado de 20 y 300 veces mayor que el CO2, respectivamente. Con estos números, que pueden variar dependiendo de su origen, se realizan diferentes tipos de cálculo para determinar la huella de carbono”.

Añade desde un punto de vista comparativo, que es importante tener en cuenta los valores numéricos de los gases mencionados en países de alto impacto sobre el calentamiento global. Por ejemplo, estimaciones publicadas por la Agencia de Protección Ambiental (https://www.epa.gov/) de los EE. UU. (2018), indican que la agricultura en su totalidad participa en ese país con un 10% de los gases de efecto invernadero. Dentro del cual, el sector lechero contribuye con menos del 2%. Representando el CO2 un 81%, el CH4 el 10%, y 7% el N2O. California es el estado número uno de producción de leche en los EE. UU. Datos publicados por la Universidad de California Davis, muestran que el sector lechero en California representa un 4% del total de los gases de efecto invernadero dentro de un 8% del sector agropecuario, comparado con un 80% proveniente del uso de combustibles fósiles. En nuestro país, y de acuerdo con el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero presentado por la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable en Argentina (2019), el sector ganadero en su conjunto (carne, leche, porcinos, aves y ovinos) participa con un 21.6% del total de los gases de efecto invernadero, de los cuales un 17.3% es la carne, 2.6% el sector lechero, 1.7% otros.

Recientes estudios demuestran que una molécula de CO2 que se genera hoy, puede permanecer en la atmosfera por alrededor de 1000 años. Lo cual ayuda a explicar la acumulación de este gas en nuestra atmosfera. Mientras que el CH4 se oxida a CO2 permaneciendo por no más de 10-12 años en la atmosfera. Esto ha llevado a los investigadores a reconsiderar el ciclo del carbono en función de su origen, ya sea, carbono biogénico o fósil.

El ciclo del carbono biogénico es un proceso natural en nuestro planeta. Se inicia cuando las plantas capturan el CO2 atmosférico para sintetizar cadenas carbonadas o carbohidratos mediante la fotosíntesis. Los rumiantes consumen estas cadenas carbonadas en los forrajes y como resultado de complejos procesos digestivos liberan CH4 a la atmosfera. El cual, como se mencionó, se oxida y transforma nuevamente en CO2. Las plantas al reciclar este CO2 proveniente del CH4 incrementan la eficiencia en el ciclo del carbono biogénico. Esto significa que el carbono biogénico entra en un ciclo con posibilidades de mejorar su eficiencia, a diferencia del carbono fósil de permanente acumulación en la atmosfera.

En las últimas décadas los sistemas de producción animal han incrementado su productividad y eficiencia reduciendo significativamente la huella de carbono por unidad de producto, ya sea, carne o leche. Los expertos son optimistas respecto a la nueva forma de medir el balance de carbono en la producción de alimentos y su relación con el impacto ambiental. La aplicación de nuevas tecnologías (aditivos en la dieta y manejo de estiércol) para controlar la producción de CH4 reduciría aún más el CO2 proveniente del carbono biogénico que se recicla a través de la fotosíntesis. Lo cual permitiría alcanzar balances de carbono biogénico cero o incluso negativos. No solo reciclando la totalidad del carbono biogénico sino también consumiendo carbono fósil atmosférico. Es altamente probable que la producción de alimentos (leche y carne) pueda pasar a ser parte de la solución y no del problema del calentamiento global.

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