Factor Humano en Tambo “pone el foco en la gente para hacer de la lechería una actividad sustentable, atractiva y con futuro en la Argentina”, dice en su página web esta interesante iniciativa, corporizada por Fernando Preumayr y un equipo de profesionales que trabaja para amalgamar equipos de trabajos y aportar respecto al diseño de sistemas productivos para que generen condiciones atractivas de trabajo para las personas.
A la vez Factor Humano en Tambo, trabaja sobre temáticas de educación, familia y vivienda, la infraestructura regional, la inserción en la comunidad, la promoción del desarrollo personal y familiar y el marco legal y contractual de las empresas tamberas.
El programa está realizando, vía la red social Instagram y con buen suceso, una serie de charlas sobre experiencias de la gente en el tambo
Un periodista de TodoAgro siguió la charla de Jorge Olmedo, Ceo de la Fayuca SA empresa que posee tambos en Castelli y Tandil, en la provincia de Buenos Aires, quien contó su experiencia hablando con Fernando Preumayr, quien oficia de conductor del ciclo.
Tarjeta de presentación
“Vengo de una familia agropecuaria, aunque más inclinada al lado de la carne, de chico nació mi vocación y es por ello que estudié agronomía, después también por amistad tuve contacto con la actividad tambera. Es una actividad que cuando te arrimás un poco te asusta por su complejidad pero cuando te acercas un poquito más te agarra y no te larga más”, arrancó Olmedo.
Y continuó: “Desde el punto de vista profesional en mis inicios trabajé en la industria, primero asesorando tambos por la zona de Abasto, cuenca de General Belgrano. Después estuve 14 años hasta que se vendió la empresa en 1999 cuando estaba a cargo de la gerencia y mantenimiento. Tuve una oferta de otra empresa muy grande que me ofreció hacerme cargo de la gerencia, pero la verdad que ya estaba medio cansado del tema y por suerte pude elegir por lo que me gustaba que era la oferta de la familia Rodríguez que había vendido la empresa, y ellos tenían un portafolio de inversiones y me ofrecieron a la venta de la empresa armar una empresa de agronegocios. Decidí por lo que me gustaba y cada vez que me levanto lo agradezco. Así nació La Fayuca SA, empresa que administro desde hace 21 años”.
Así comienza la historia de Jorge Olmedo y el tambo, aunque en un inicio hacía un poco de todo: “Me asocié con el pool de un amigo, teníamos finca en San Juan que hacíamos algo de horticultura, teníamos un campo en Lezama, pero en mi cabeza faltaba un campo propio para poder hacer un tambo con las características que yo creía que tenía que tener para esa época, que era básicamente un tambo con 500 vacas, con 1,6 vacas por hectárea, con 20 litros por vaca, un proyecto de 10.000 litros por hectárea que en ese momento era un lindo objetivo”.
Una evolución consistente y sustentable
Allí está la génesis de la compra de La Polvorilla en Castelli: “Armamos el tambo y a los pocos años ese proyecto sucedió dentro de esa Argentina de 1.999. La primera vaca recuerdo que la ordeñamos el 18 de marzo del 2001, ¡qué época! Teníamos un tambito en Lezama de 6 bajadas donde ordeñábamos de 120 a 140 vacas, una mañana mudamos todo, y entramos a ese campo con los tres encargados y el tambero. Cuando llegó de un campo de 6 bajadas a uno de 23 con todo inoxidable, porque nosotros veníamos de la industria, y en la primera mateada fue un NO rotundo porque se asustó el gaucho cuando vio, después lo convencí y hoy el hijo de ellos todavía me acompaña”.
La rápida y consistente evolución de La Fayuca implico un crecimiento año tras año, hasta que “el año pasado abrimos un nuevo tambo en ese campo incorporando gente en un tambo robótico, confinado de 400 vacas con seis robots. Así que empezamos siendo cuatro personas y hoy somos 27 más cuatro profesionales más un encargado, es toda una evolución”.
Dice Olmedo respecto a la foto del tambo: “El proyecto original de esas 500 vacas con 20 litros, 1,6 por ha, hoy es 2,6 vaca/ha. con 28 litros promedio diario, y arriba de 20.000 litros/ha, pero espero dentro de dos años con el proyecto este estar arriba de las 1.100 vacas en ese campo con los dos tambos”.
En la historia de La Fayuca, en el año 2014 apareció un negocio en Tandil. “Terminamos alquilando un tambo de 1.200 vacas totales con 3 tambos que lo armamos en un año y medio. No teníamos cadena forrajera, no teníamos equipo de gente y hoy ahí tenemos 25 personas, 5 profesionales y estamos produciendo 28 mil litros”.
La gente en el centro del proyecto
El diálogo entre Preumayr y Olmedo, seguido por una buena cantidad de televidentes se enfocó en la gente. “En la parte operativa en Castelli (Tambo La Polvorilla) arranqué con mucha gente de Lezama que era donde estaba arraigado y después obviamente nos insertamos en Castelli, y hoy mayormente es toda gente de Castelli, pero todavía tenemos gente que vive en Lezama. En el caso de Tandil hay gente de todos lados, muchos que habían y otros que sumamos, trabajamos con algunas consultoras y en la medida que tu negocio está, que la gente lo conoce y los que están adentro les va más o menos bien, son parte del proyecto y demás siempre están los hermanos, los primos, los amigos, y así se va acercando gente. Normalmente hay un listado de gente que pasa y se anota para esperar que se arme una vacante”, reflexionó Olmedo sobre este tema.
Un punto a favor de La Fayuca es su compromiso con la comunidad: “Estamos bastante insertos en la sociedad, en lo que es Castelli participamos mucho con las universidades, por ejemplo el año pasado acompañamos en una tecnicatura agropecuaria en la parte de leche hicimos 8 módulos semanales y hoy dentro de la plantilla incorporamos dos personas que tienen esa tecnicatura. Hay una de las chicas que hizo la tecnicatura mientras trabajaba conmigo y hoy la está finalizando. Me interesa mucho la gente que está capacitándose, que quiere hacer otras cosas. En el interior hay tecnicaturas y a veces terminan en una estación de servicio o en otros trabajos. Yo digo que es una picardía y hay que estar atentos a eso. En su momento se acercaron de una tecnicatura agropecuaria de Castelli para ver si podíamos acompañar y obviamente ofrecimos tiempo, una vez por semana, nos repartimos los temas entre los profesionales y fueron pasando por los distintos sectores del tambo como parte práctica”, describió.
Indicó que con la aplicación de mejores tecnologías, “el proceso de ordeñe de todos los procesos que tengo siempre es el más sencillo, repetitivo pero los niveles de decisión son bajos, por eso la automatización funciona muy bien, pero después tenés otros sectores como guachera, preparto, que cuando el tambo crece también necesitan ser rediseñados”.
Prevenciones necesarias, mitos y verdades
El crecimiento no planificado parece convertirse en el peor de los enemigos en el tambo cuando se piensa en los recursos humanos y materiales. “Creo que al no diseñar y planificar el crecimiento el negocio empezó a romperse por distintos lados, se generan problemas y obviamente la estructura de la organización no fue diseñada para el nuevo negocio. Vos tenías 400 vacas, ahora tenés 600. Nosotros hace 30 años una vaca daba 17 litros y estábamos felices, hoy para una vaca de alta competencia le medimos el pH urinario para ver si esta con hipocalcemia, cetosis, nivel de inmunidad de los terneros, cuantos miligramos de inmunoglobulina le estamos aportando. Estamos queriendo jugar un partido pero es imposible que lo hagamos con la misma estructura más dos ayudantes más. Mi negocio cambió y yo tengo que rediseñarlo desde su estructura”, expresó Olmedo.
Otra de las certezas que aportó Olmedo interpeló fuerte al auditorio: “No comparto cuando dicen que en el tambo a la gente no le gusta trabajar. Hoy trabajamos con un diseño de estructura de personal donde la gente trabaja 6 u 8 horas por día, que tiene una vida, y eso demanda poner más gente en relación del trabajo diferente como se hacía antes. Tener bien organizados los francos, todo el personal debe tomarse sí o sí un franco mínimo a la semana, vacaciones y estar preparados para cubrir problemas que surjan y que los procesos no sufran. Creo que los empresarios somos los responsables de esto”.
Sobre el devenir de su experiencia indicó: “Fuimos asociando lo que queremos hacer, con el equipo de gente que lo tiene que hacer. Tengo que delegar, armar estructuras, ahí es donde aparecen los mandos medios. Mi concepto de esa línea media tiene que ver con que yo delego gran parte de las decisiones de la operación en ellos. No es que tengo uno que viene me pregunta todo y va. La idea de la estructura organizacional básica hace que en los sectores intermedios haya gran parte de la decisión, probablemente no las estratégicas, pero si las decisiones que tienen que ver con los procesos de todos los días. Ya hace años que hemos avanzado en eso porque puede llegar a ser una limitante cuando tenés mucho volumen que todo pase por ese mando medio, y hace muchos años incorporamos profesionales en la operación como responsables de áreas que son facilitadores para la gente, para que puedan realizar su trabajo de manera más fácil y por otro lado nos comunican a nosotros cuales son las limitaciones para que la gente haga lo que nosotros pretendemos que hagan, ese es el concepto nuevo”, apuntó el administrador de La Fayuca SA.
Agregó que “nuestro proyecto en Tandil, que es un tambo con sistema mixto, pastoril y suplementación, la complejidad no está tanto en la tecnología, sino por el contrario. La producción lechera es compleja en sí misma por la cantidad de procesos que tenemos”. En esa línea argumental enfatizó: “La tecnología de procesos, antes de la automatización, ya demanda un traductor que probablemente de ese mando medio es probable que necesite ser un profesional para poder interpretar de lo que los asesores se encargan en cada tema. Nuestros dos encargados, responsables de unidad de negocio de tambo, son médicos veterinarios”.
Protocolos y tableros de comando
Otro punto fuerte en los tambos de La Fayuca es el establecimiento de normas: “Estamos bastante protocolizados, buscamos gente despierta, y en general al que se va le pedimos que avise con unos meses de anticipación y la verdad que no hemos tenido problemas. Buscamos relaciones maduras con la gente, hablamos claro, tratamos por diferentes medios que entiendan lo que queremos. Tenemos evaluaciones con datos cualitativos y cuantitativos”, dijo Olmedo.
Por supuesto que entre esas normas el monitoreo es vital: “Tenemos lo que llamamos un tablero de comando donde una vez al mes repasamos 30 variables entre todos los profesionales que trabajamos, internos y externos. Vemos variables, desvíos, como ajustar, y discutimos rediseño de procesos, vemos temas que tienen que ver con las personas”.
Conceptualmente dijo que “la tecnología de procesos y la de insumos van cambiando entonces cada tanto revemos como estamos haciendo las cosas”.
En el diálogo por Instagram brindó un muy buen ejemplo de lo que significa el diálogo, la comunicación y el compromiso: “Cuando vos le transmitís el objetivo que buscas a tu personal, ellos se sienten parte. Porque yo compartí con ellos lo que estoy pensando, y no es que solamente le dije `lavá un balde´. La idea es que se comprenda que yo no es que te hago lavar un balde por lavar, nuestro objetivo es que el ternero que salga de la guachera pesando el doble de lo que entró, que no tenga diarrea, que no curse una neumonía, y para eso hace falta todo esto que estamos haciendo. Es apelar a su protagonismo y entonces cuando él ya entiende y ve las tandas de las terneras que van saliendo mejor, ganamos todos”, resaltó Olmedo.
Se mostró muy satisfecho con la gente que trabaja en su equipo: “La gente comulga con valores, y yo no canso de decir que me enorgullecen. Tienen compromiso con el proyecto”.
En La Polvorilla hay 6 robots trabajando, y Olmedo explicó que “si bien somos de utilizar tecnología parcial, el tema de los robots sobre todo los VMS, en un momento entendí que el gran valor que ofrecía era que el animal decidía por sí mismo que es lo que quería hacer de su día”.
A la hora de evaluar la corta experiencia con relató lo siguiente: “Lo que estoy viendo en VMS (sistema propuesto por la empresa DeLaval) es que nosotros en los tambos convencionales donde manejamos a la vaca llevándola a ordeñar, después la llevamos al comedero, después a pastorear, después la inseminamos, a veces violamos sin querer algunas necesidades para su sistema inmune que son los tiempos de descanso. Lo bueno de este sistema es que la vaca decide cuando ordeña, cuando come y cuando descansa. Además nos genera buena cantidad de datos con buena información para tomar decisiones, pero nunca lo miré como un camino para sacarme a la gente de encima”.
Nota: La foto de portada fue extraída del portal de diario Clarin ( www.clarin.com )