Si algunos autores se plantean, entre las medidas para evitar el sobrepeso desde la infancia, elegir las leches desnatada o semidesnatada (suplementadas con las vitaminas que se les quitan al extraerles la grasa natural, como son las A, D y E), la mayoría apuesta por que un niño sano y con normopeso pueda consumir la leche y sus derivados enteros. Un estudio observacional, publicado en “The American Journal of Clinical Nutrition”. Fueron incluidos 2.745 pequeños de cinco centros de salud de Toronto (Canadá) en edades entre los 12 meses y los seis años.
El principal objetivo era analizar en una muestra de sangre del niño que tomaba leche entera suplementada con vitamina D (es así la normativa alimentaria en Canadá) el porcentaje de grasa láctea y la puntuación del índice de masa corporal y, de este modo, poder valorar si el volumen de leche ingerida modificaba esa relación. Las conclusiones resultaron que el consumo de leche entera en niños sanos se asoció a mayores reservas de vitaminas D y un menor índice de masa corporal.
La vitamina D, cuya primer fuente para el organismo son los rayos solares, es fundamental para la absorción del calcio por el intestino para prevenir la osteoporosis. Otras funciones muy importantes es la prevención de la diabetes, así como otras funciones inmunológicas y antitumorales, especialmente frente a los cánceres de mama, colon y próstata. Queda mucho por hacer, admitieron los autores del trabajo, pero todos los estudios actuales sobre la vitamina D van en esta línea.
Fuente: Sí a la leche