Estaba internado en la terapia intensiva del Hospital Pasteur de Villa María, donde había ingresado el pasado domingo 7 de enero, tras una descompensación, ya que sus riñones habían dejado de funcionar. En la mañana de este 9 de enero finalmente Marcotegui no pudo sobreponerse a su grave cuadro, complicado además por tener una historia de fumador empedernido.
Sus restos serán velados en la sala de la empresa Paviotti de Entre Ríos, esquina Belgrano en la ciudad de Villa María, después del mediodía de este martes 9 de enero de 2024.
Una vida sacrificada, un emprendedor exitoso
Una excelente nota de la periodista Sofía Terrile, publicada en el diario La Nación dio cuenta del perfil de este emprendedor reconocido por la comunidad láctea nacional.
La nota se tituló “La historia detrás del creador de la manteca Primer Premio”, y relata cómo Luis Marcotegui se hizo empresario. “Empezó a trabajar hace cuatro décadas como ayudante de camionero en una empresa que recolectaba crema para mantequeras». Así dio sus primeros pasos en el mundo laboral de la industria láctea cordobesa, y desde allí se movió en dirección vertical.
La historia siguió así: “Marcotegui se compró su propio camión, con el que recorría unos 13.000 kilómetros al mes, y así comenzó a comerciar él mismo la crema. Cuando una de las firmas de las que era proveedor acumuló una deuda con él casi impagable por las circunstancias en las que se encontraba su planta, se hizo cargo de la fábrica y de los empleados que allí trabajaban. Así dio sus primeros pasos como empresario, aunque luego ese negocio se terminó diluyendo”.
Un tiempo después, le compró una mantequera al grupo Perez Companc, planta que está ubicada en Luca, a 25 kilómetros al oeste de Villa María. «El edificio era una tapera», recuerda. Enseguida adquirió una marca llamada Primer Premio y le encargó a su hija el logo. Desde ese momento ya pasaron 30 años, una trayectoria larga en la que se sumaron productos, marcas, empleados y activos.
Casi como un legado, la edición impecable de Sofía Terrile mostró la hoja de ruta que siguió Marcotegui para avanzar en su propio cuento de hadas. Es un poco la historia de un fumador empedernido y buena gente, que pasó de ayudante de un repartidor a dueño de un imperio mantequero.
1-Venir de «croto»
«Yo vengo de croto. Hice sacrificios toda mi vida y no sé lo que es heredar ni una moneda». Para poder llegar a tiempo a sus primeros trabajos, llegó a dormir debajo de una planchada envuelto en una lona de camión.
Cuando compró la mantequera en Luca, había 10 empleados que venían de la anterior gestión. Empezó su relación con ellos de manera horizontal: desde que inició su actividad como empresario, se acerca siempre que puede a la planta. «Yo no me considero empresario, me considero un trabajador más. Arranco a las 5 todas las mañanas, salgo de la fábrica a las 11 y me voy a la oficina hasta las 20. No soy de los que manejan la industria por teléfono», subraya el empresario.
Hacerse «de abajo» ¿lo ayudó el algo? Sin dudas, responde él. «Aprendí mucho trabajando y entendí mi sistema: si gano 10 pesos, gasto cinco e invierto cinco», recuerda. Hoy en su planta hay 60 personas trabajando y tiene 10 camiones que son parte de su sistema de logística, que llega a 14 provincias.
Desde su compañía, Establecimiento La Primera, produce a façon para 15 marcas más. Entre ellas, marcas blancas de cadenas de supermercados. Además, en su portfolio están las suyas propias: Primer Premio (de calidad «extra», tal como la define en su web) y Principal (de calidad «primera»).
2-Manejarse entre el «pirinchaje»
«Yo sé que las marcas líderes tienen otro tipo de precio», reconoce Marcotegui, y añade: «Pero yo estoy en el pirinchaje y entre el pirinchaje me manejo». Los vendedores le informan el precio en las góndolas y él hace una rebaja de un determinado porcentaje sobre esos valores para poder competir. «La propuesta de valor de precio es mi fuerte», admite.
Consistente con su propuesta, Marcotegui ingresó en el programa de Precios Cuidados con los primeros relanzamientos del gobierno de Mauricio Macri. Así llegó a bocas de todo el país y a las cadenas de supermercados más importantes.
En medio de un crecimiento grande y de la masificación en todo el país, la Anmat prohibió cuatro lotes de su manteca por «no corresponder en su composición con el perfil de grasas lácteas, resultando ser en consecuencia ilegal». «Me hizo mucho mal, me ensuciaron el apellido. Tres meses atrás, parecía que yo era un delincuente», relata. Mientras caían las ventas, hizo los arreglos necesarios y retiró toda la materia prima que estuvo involucrada en esa prohibición. «Seguí, seguí hasta que ahora se empezó a mover de nuevo, y creo que volveré a subsistir», dice, optimista.
Con el relanzamiento de Precios Cuidados de este gobierno, (N. de la R: la nota fue realizada en de enero de 2020), volvió a estar en la lista. «Me llamaron ellos y yo acepté porque mi idea es fabricar y vender. A mí no me interesa tener chapa, no me interesa conocer Europa, estoy demasiado bien acá en la Argentina. Gastando menos de lo que ganás, vas para adelante en cualquier lado del mundo», apunta.
3-Entender bien a la industria
A pesar de que en la industria láctea muchas veces se habla del surgimiento de las pymes al calor de la crisis de SanCor, Marcotegui asegura que los problemas en la compañía líder no lo ayudaron demasiado. «Creo que no ha favorecido a todos los mantequeros ni a todos los queseros. Comencé a trabajar más kilos, pero para mí el sol sale para todos y todos tenemos nuestro derecho a trabajar y a tener una moneda, para poder pagar sueldos e ir para adelante», resume.
El de los lácteos es un negocio cambiante. «Hay meses en los que no llueve, hay otros en los que los pastos cambian y tenés leche más ‘flaca’, hay otros en los que aumenta la demanda de queso o de crema», describe. Por eso hay que tener cintura. De todos modos, afirma, su planta produce unos 400.000 kilos de manteca al mes.