El cónclave fue convocado por la Mesa de Intercambio Lechero (MIL) de la Región Centro de CREA, y el Grupo de Acción Lechero (GAL) de Oeste Arenoso, con el apoyo del Área de Lechería de CREA.
La primera presentación estuvo a cargo de Jorge Giraudo, director ejecutivo del Observatorio de la Cadena Láctea. A juicio de este experto, los datos son contundentes para explicar que en el primer semestre de 2020 se verifica mes a mes un exceso de oferta, asentada en un mayor stocks de productores elaborados (+13%), menos jugadores, atenuada en el primer trimestre por un aumento del consumo por compras de pánico en el inicio de la cuarentena, y exportaciones altas en ese primer trimestre.
Giraudo dijo que las exportaciones van cayendo en el segundo trimestre de 2020, y pronosticó para el segundo semestre de este año, una producción que se ralentiza (+2%), con un pico en octubre, y una preocupante baja en el consumo doméstico signado por la caída del PBI, y recesión que ajusta por cantidad o por precio, aunque queda por ver la actitud de la demanda (en especial de Brasil, Argelia y Rusia) y el tipo efectivo de cambio.
Indicó que en la lechería argentina se pueden hacer muchas cosas, sobre todo si se aprende lo que han hecho otros países lecheros, si se atiende y se asumen las limitaciones financieras), dimensionando de manera correcta los diferentes escenarios y en base ello, reforzar el trabajo en conjunto en la cadena. Cerró su presentación destacando que para ello “hay mucho conocimiento, sólo falta decisión”.
Cabe destacar que en cuanto a exportaciones lo que cambió es que Brasil comenzó a demandar porque el Estado dio un subsidio de 600 reales per cápita que fueron a consumo. Argelia sigue igual (sin compras del estado) y Rusia frenó compras.
En otro tramo del encuentro convocado por CREA, participaron las dos caras visibles de la industria en Argentina. Miguel Paulón, presidente del Centro de la Industria Lechera (CIL) y Pablo Villano, titular de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas.
Paulón dijo como novedad que las exportaciones repuntaron en mayo, que las industrias acumularon poco stock y que la situación financiera es variable, pero bastante saludable.
Respecto al consumo, tanto Paulón interno dicen que se mantiene pero con productos de menor valor y esto no cambiaría en el corto plazo debido a la baja del poder adquisitivo. En conclusión baja el precio del litro de leche equivalente, y se espera que las compras de los estados –hoy estancadas-, se reactivarían en setiembre y octubre.
En ambas presentaciones de los representantes industriales quedó claro que la leche fluida, los quesos blandos y el dulce de leche son los productos más demandados, en tanto que los productos de mayor valor agregado cayeron fuerte, entre ellos los de una empresa líder del segmento que solo está procesando alrededor de 500 mil litros diarios.
En general se coincidió en que es muy poco lo que se espera del Gobierno nacional –del que dijeron que el estancamiento del precio es música para sus oídos- y que la solución debe salir de un acuerdo de privados, por lo que “se hace necesario seguir trabajando las representaciones institucionales”.
Respecto a la evolución del precio y en función de los argumentos expresados por la industria, el valor de la leche en tranquera de tambo se depreciará no solo por el ajuste por inflación, sino además por un aumento de costos del 15% en el primer cuatrimestre.
Las mayores expectativas de una evolución favorable para el precio están puestas en una reactivación del mercado externo, una mejora del precio internacional –que se viene recuperando- y una mejora del tipo de cambio que posibilite más fluidez para las ventas al exterior.
Mano a mano con Jorge Giraudo
El programa Cadena de Valor que conduce el periodista Pablo Correa entrevistó la semana pasada a Jorge Giraudo, director ejecutivo del OCLA a los efectos de entender la dinámica de la lechería global que viene.
Giraudo dijo que “habrá que prestarle atención a las experiencias de los países lecheros desarrollados que han instrumentado -muchos de ellos paladines del libre cambio y del mercado libre- ayudas económicas para el almacenamiento privado para hacer stock, actuación de los precios de intervención para los stocks oficiales, compras oficiales para los bancos de alimento para hacer ayuda o asistencia social, es decir cómo los países estos están tratando de proteger su economía lechera para eso. Entonces nosotros estamos pensando en situaciones similares, obviamente partiendo del concepto de que nuestra situación económica financiera no es para nada parecida a la nuestra”.
Dijo que en Argentina, “el Estado lo que puede hacer, ya que compra alrededor de 23 mil toneladas de leche en polvo por año para planes sociales y otro tanto compran las provincias y municipios, entonces lo que planteamos es esto, organizar mejor el proceso, que incluso en las últimas licitaciones no hubo casi presentaciones por el mal funcionamiento de ese esquema sobre todo por tomar precios de referencia que están fuera del mercado o por la dilación del tiempo de los pagos,, ya que a veces una venta al sector oficial demora 180 días en cobrarse y obviamente se pierde todo el poder adquisitivo”.
Argumento que “como el Estado va a tener que hacer frente a la demanda social creciente seguramente esas compras se dupliquen o tripliquen, pues entonces sería el Estado un gran componente para absorber gran cantidad de volumen de producción”.
Otro elemento a enfocar es el manejo de los stocks: “Como sabemos no tenemos capacidad financiera para esto, la posibilidad de que en forma privada por dar un ejemplo, un productor que produce 10.000 litros de leche puede pensar en dejar 2.000 litros en stock cuando la situación de mercado cambie, o cuando el tipo de cambio no sea el actual. Aquellas industrias que tienen capacidad de absorber mercadería, por ejemplo para hacer polvo y poder stockearla podrían tomar esa producción tanto de sus propios productores como de otras industrias que les traigan leche de otros productores, usando mecanismos como los warrants, generando stocks de mercadería para diferirla en el tiempo, y no sobreofertar el mercado doméstico. Esa producción podría venderse en momentos que el mercado internacional se ponga más razonable y a su vez que el tipo de cambio sea más competitivo”.