Ser eficientes y producir leche de calidad

Guillermina Mas, productora tambera y representante de Nueve de Julio de CAPROLECOBA, nos cuenta la historia del tambo El Mará, que es también la narración de una trayectoria familiar.

Veinte vaquillonas fueron suficientes para que en enero de 1970, poco después de casarse, Néstor Mas y María Nicolasa Rigo fundaran El Mará. Empezaron en un lote de 77 hectáreas en la zona de French, partido de Nueve de Julio, que Néstor alquiló a su padre Bernardino, quien ya tenía un tambo situado en otras 200 hectáreas, donde Néstor desde chico fue aprendiendo y entusiasmándose con la actividad.

Durante cinco años El Mará funcionó con ordeñe manual hasta que pudieron incorporar el primer brete a la par para cuatro vacas. “Lo armaron con el esfuerzo de ellos dos”, cuenta Guillermina, la segunda de los tres hijos que tuvo el matrimonio, hoy instalada con su familia en la misma localidad y trabajando en la empresa familiar. Néstor y María Nicolasa fueron de a poco comprando lotes vecinos a las hectáreas iniciales. Vivían con el sueldo de docente de ella y lo demás lo reinvertían en el tambo.

En 1983 construyeron uno nuevo, ahora con 8 bajadas para unas 130 vacas. A su vez, en este camino de crecimiento, se extendieron a la zona de Norumbega, donde el padre de María Nicolasa tenía un lote de 230 hectáreas, que también alquilaron y donde hacían la siembra de maíz para grano, llevaban las vaquillonas y criaban machos cuando convenía. “Mi papá es un autodidacta, dejó el colegio y se fue a trabajar con el padre al campo. Se apoyó mucho en el INTA para su capacitación y formación técnica y tuvo una participación activa en las asociaciones de productores y en la Sociedad Rural de Nueve de Julio. Junto con Gustavo Ferrere, amigo tambero, fueron unos de los creadores de lo que fue la entidad de Control Lechero número 62, que hoy sigue existiendo, y también fue uno de los socios fundadores de CAPROLECOBA”. Guillermina lo describe como un perfeccionista con mucha intuición para los negocios, un apasionado de la lechería que apunta a la mejora continua, reinvirtiendo, participando de concursos y buscando siempre la mejor calidad de leche.

El equipo
En los años noventa entran dos personas al negocio, que hoy todavía están, y que fueron según Guillermina, dos pilares muy importantes. Una es Roberto Vultaggio, el tambero: “El año que viene cumple 30 años con nosotros. Estamos súper agradecidos con él, ha sido fundamental”, y el otro pilar fue Alfonso, el menor de los hermanos, quien empezó a trabajar en el equipo a fines de esa década. “Se volvió de Buenos Aires y mi viejo lo hizo pasar por todos los puestos. Arrancó como guachero, ordeñó…le encanta estar en el campo, le gustan todos los trabajos. Hoy se desempeña como gerente de producción”. En 2012, luego de haberse desarrollado en el ámbito corporativo, se suma Guillermina, y desde entonces trabaja para profesionalizar la dirección del negocio. “Yo vengo de un mundo muy distinto, con lo cual como equipo funcionamos muy bien, tenemos roles marcados, él (por Alfonso) con su experiencia en el hacer y yo con una visión más de negocio”.

Guillermina es Lic. en Administración de empresas, contadora y tiene un máster en finanzas. “Mi mayor fortaleza es poder entender rápidamente cuáles son los números que te cambian el resultado del negocio”, confiesa. “Me fui a estudiar a los 17 y me quedé en Buenos Aires hasta hace cuatro años que volví a vivir acá. Tenemos una vida de lo más tranquila”, asegura y en ese plural caben Juanita su hija y Diego su marido, un porteño de pura cepa que no dudó ni un momento en acompañarla y que reconoce también estar feliz con el cambio. Con amplia experiencia en auditorías, finanzas corporativas y análisis de negocios, Guillermina le sumó a la trayectoria familiar una nueva mirada y respaldo a la toma de decisiones.

Además de Roberto Vultaggio, en el equipo se desempeña Ariel Morales, otro tambero que se ha incorporado recientemente, y que trabaja con su hijo y su sobrino; el tractorista Eliseo Martín, responsable de las tareas de agricultura y mantenimiento y Horacio Barrera a cargo de la recría en Don Cosme. “También nos apoyamos mucho en nuestros veterinarios, sobre todo en el nutricionista. Tenemos un planteo de pastoreo con suplementación, y esas dietas las revisamos todos los meses”.

Con profesionalismo, perseverancia y vocación la familia Mas produce 9000 litros de leche diarios, en un tambo de 16 bajadas construido en 2011, donde ordeñan dos veces al día, 300 vacas de 340 totales. Desde los comienzos le entregan la leche a Mastellone Hnos. Hoy la sociedad se compone de 480 hectáreas propias, 250 destinadas al tambo en el Establecimiento El Mará, y 230 en Don Cosme, el campo heredado por María Nicolasa en Norumbega, donde hace poco hicieron una inversión en infraestructura y maquinaria para poder llevar toda la recría y la siembra de maíz para cosecha.

La empresa se transformó en una SRL con todos miembros de la familia como socios: Néstor y María Nicolasa, Cecilia la mayor de los hermanos, Guillermina, a cargo de la administración, finanzas y aspectos comerciales y Alfonso, de lo productivo. Y aunque Néstor ya tiene más de 80 años sigue tan activo como siempre, involucrado en las decisiones del negocio y presente en el tambo casi todos los días, aunque ahora se ve obligado a espaciar esa rutina por la cuarentena.


“Mi sueño personal es duplicar el tamaño del negocio” confiesa Guillermina, con la expectativa puesta en la continuidad del mismo con sus dos hermanos, lo que requiere, según ella, aumentar la masa crítica para que sea viable y para que juntos puedan seguir desarrollándolo. Consciente de las dificultades, apuesta a la eficiencia en la producción de leche. “Los tamberos necesitamos un mínimo de 5 años de estabilidad macroeconómica para hacer las inversiones de tecnología que el negocio requiere para poder crecer y ser sustentable”.

Vida institucional
Apostando y creyendo en la importancia del fortalecimiento institucional y la representatividad de los productores, actualmente Guillermina se desempeña como representante de Nueve de Julio en CAPROLECOBA. “Estar en la Cámara es clave. Se comparte información sobre el aspecto comercial, que es lo que en general los productores dejan más de lado. Yo me nutrí mucho y empecé a conocer a productores que de otra manera no conocería. Como representante trato de recabar información y devolverles los puntos que vale la pena mencionar, más allá de las comunicaciones a través de la revista y los grupos de whatsapp”.

Nota publicada en la revista «Leche, Cámara, Acción». Junio 2020

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