Tambos: preparando la energía que hará falta en invierno

En la mayor parte de los tambos, la disponibilidad y calidad de los forrajes conservados para éste otoño-invierno se presenta algo complicada. Recomendaciones generales para evitar sorpresas y problemas de alimentación en el rodeo.

Sumado a la escasa disponibilidad de forrajes conservados que se esperan para los próximos meses, los rendimientos en los cultivos para grano, maíz especialmente, no fueron de los mejores y puede que escaseen y/o se eleven los costos para adquirirlos.

Por estos motivos, el panorama en cuanto a la oferta de fibra de calidad y de energía para alimentar a los rodeos lecheros se presenta algo complicado, por lo que desde el INTA brindan algunas recomendaciones para evitar sorpresas en esta época del año.

En este sentido, destaca que lo primero a hacer sería un inventario de cantidad y calidad de alimentos disponibles, además de considerar otros aportes forrajeros que podríamos obtener en la zona y su costo, siempre “puesto en el campo”.

“A partir de eso y, teniendo ya ordenado el rodeo por categorías y/o lotes de alimentación, podemos armar dietas ajustadas a los requerimientos de cada uno de ellos, siempre considerando su costo al momento de confeccionarlas”, señalaron.

Entre las recomendaciones generales, el INTA destaca privilegiar el uso y racionamiento del pasto de calidad para el lote de vacas de punta. Medir bien la pastura. Administrary manejar criteriosamente este recurso forrajero. Además, y en lo posible, si se ofrecen heno en forma de rollos, tratar de molerlos no muy fino o desmenuzarlos. Para hacerlos durar más, distribuirlo en comederos (lo ideal es que éstos tengan 70 cm de frente por vaca) y en la cantidad lo más exacta posible, así se tendrían menos desperdicios y se garantiza el consumo adecuado y uniforme por parte de los animales.

También analizar la calidad de los silajes disponibles y ajustar diariamente la cantidad ofrecida,

controlando la balanza al cargar el mixer y/u observando los rechazos en los comederos, lo que garantiza que se prolongue su utilización, a la vez que permite balancear adecuadamente las dietas.

Suministrar el grano de maíz quebrado o molido y el de sorgo bien molido dividido en cada turno de ordeño, esto maximiza su aprovechamiento por parte de los animales. Ofrecer un subproducto voluminoso de calidad, que se puede conseguir en varias cuencas, como la cascarilla de soja, con 91% de MS, 13% PB y alrededor del 60% de FDN con alta degradabilidad en rumen (alrededor del 80%), que aporta entre 2,7 y 3,4 Mcal/kg MS de energía.

Por otra parte, desde el INTA también remarcan que en algunas cuencas lecheras se pueden obtener y utilizar, incluso como alternativa del ensilaje de maíz o sorgo, el bagazo fresco de citrus, forraje de calidad, voluminoso y suculento (14 a 25 % de materia seca), con 2,6 a 3,4 Mcal EM/kg MS, de alta digestibilidad en rumen (72-90% DIVMS), con escaso aporte proteico (7 a 10% PB), con fibra de alta degradabilidad (16 a 40 % FDN) y rico en calcio (0.54%) y vitaminas.

Además, destacan expresamente que si van a adquirir forrajes, es necesario tener en cuenta qué nutrientes son los que se están necesitando y analizar su relación costo/calidad:

Si falta VOLUMEN (fibra): Costo del kg de MS (azul) vs el kg de FDN (rojo).

Si falta ENERGÍA: Costo del kg de MS (verde) vs Mcal de energía (anaranjado)

Formulá dietas de mantenimiento para las categorías de menores requerimientos, basadas en rollos de residuos de cosecha (soja, maíz, sorgo), que podés complementar con algo de pasto proveniente de potreros degradados, todo ello en general de bajo valor nutritivo (Energía Metabolizable menor a 1,75 Mcal/kg MS y Proteína Bruta menor a 8%).

Para mejorar el aprovechamiento de dichos residuos de cosecha, mejor si se pica previo a su suministro, con tamaño final de partículas entre 2 a 10 cm.

Los alimentos de baja calidad se pueden complementar, para que no pierdan estado los animales, con bajas cantidades de algún concentrado y/o subproducto como por ejemplo afrechillo de trigo, semilla de algodón o grano de sorgo molido. Deberías disponer al menos entre 8 y 10 kg de Materia Seca (MS) de forraje fibroso y entre 0,5 y 1,0 kg de concentrados para alimentar aquellas categorías de menores requerimientos.

Si se puede elegir el tipo de rollo de rastrojo a utilizar, su calidad, ordenados de mayor a menor degradabilidad de la fibra es: 1° Avena; 2° Trigo y Cebada; 3° Arroz; 4° Maíz; 5° Sorgo; 6° Moha y Mijo; 7° Soja y Girasol. En el caso de los rastrojos de soja y girasol, que poseen tallos leñosos de muy baja digestibiidad, suministralos en forma limitada y controlada.

Suministrar vitaminas y minerales que contengan calcio, fósforo, magnesio y vitaminas A, D, E y K. Esta suplementación es esencial ante la ausencia o limitación de oferta de pasto fresco de buena calidad, sobre todo para las “vacas de punta” y en el caso de alto suministro de alimentos de baja calidad a otras categorías (residuos de cosecha).

Para no tener trastornos digestivos y metabólicos:

● Evitá cambios bruscos de dietas. Éstos pueden producir desórdenes nutricionales, afectando la producción, la calidad de leche y, en casos extremos, la vida del animal.

Si cambiás los componentes principales de las dietas, hacelo gradualmente, para que los animales adapten su rumen a los nuevos alimentos.

● Controlá los niveles de concentrado energético suministrados diariamente. Sugerimos un suministro de 1 kg cada 4 kg leche, considerando como límite máximo unos 10 kg/día para vacas con producciones mayores a 40 kg leche/día.

Recordá que los comederos deben ofrecer 70 cm o más por vaca, para favorecer el consumo rápido de mayor cantidad de alimento y evitar la competencia.

● Controlá el aporte de “Fibra Detergente Neutra Efectiva (FDNef)” de la dieta. Para favorecer el adecuado funcionamiento del rumen y evitar trastornos metabólicos nutricionales, debe ser mayor al 18,5%.

Para lograr los mejores resultados, tomar la rutina de pesar, controlar y calcular permanentemente cuánto consumen las vacas. Actualizar regularmente los inventarios de alimentos, para no tener inconvenientes de abastecimiento hacia el final del período crítico del año.

El mayor uso de alimentos concentrados, subproductos y silajes aumenta el riesgo de ofrecer dietas con altos contenidos en micotoxinas: controlar las condiciones que puedan favorecer el desarrollo de hongos y analizar los alimentos riesgosos o en aparente mal estado.

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